La propagación del COVID-19 ha marcado un punto de inflexión en nuestra forma de entender el mundo. Esta crisis sanitaria, con graves tintes sociales y que nos conduce además a una más que probable crisis económica, ha trastocado las prioridades de los gobiernos de todo el mundo y, probablemente, las de los propios ciudadanos, hoy mucho más preocupados por volver a la normalidad y al trabajo que por ninguna otra cosa.

La excepcionalidad de la situación nos conduce a enfrentarnos como sociedad al dilema del diablo al que Javier Sampedro hacía referencia recientemente en El País, consistente en elegir entre las víctimas del virus o las de las otras amenazas que se ciernen sobre la humanidad. El columnista no entraba en el detalle de estas últimas, pero no cabe duda de que la actual situación de emergencia dificulta prestar atención a la crisis económica o a los riesgos derivados del cambio climático, pese a que, vistos en perspectiva, sean problemas igualmente urgentes y relevantes.

Sin embargo, en los últimos días han empezado a emerger posiciones e iniciativas que defienden que la reconstrucción tras los estragos causados por el coronavirus ha de ser compatible con un mundo más respetuoso con el medio ambiente.

En Europa, el bloque de países que no quieren que la salida a esta crisis sacrifique la ruta verde que había fijado la Comisión Europea antes de la pandemia va en aumento. Fuentes del Gobierno español han informado por ejemplo de que Alemania, Francia y Grecia se han sumado al escrito en que diez ministros de medio ambiente y clima europeos –entre ellos, la vicepresidenta Teresa Ribera– reclaman a Bruselas que utilice el European Green Deal como herramienta para la recuperación de la economía. Y la propia Comisión acaba de lanzar un cuestionario para revisar la estrategia de la UE en materia de finanzas sostenibles para los próximos años.

Por su parte, el eurodiputado Pascal Canfin, presidente del comité de Medio Ambiente del Parlamento Europeo, ha lanzado una Alianza europea para una recuperación verde que ya cuenta con 180 adhesiones de representantes políticos, pero también de empresas, del tejido asociativo y del tercer sector. En concreto, la iniciativa aglutina a ministros de 11 países, a 79 eurodiputados, a ONGs y think tanks, y a compañías líderes en sus ámbitos de actividad. Su premisa es que la estrategia económica para superar la crisis del COVID-19 ha de tener entre sus pilares a la lucha contra el cambio climático y la biodiversidad, de modo que Europa libre dos batallas simultáneamente: la medioambiental y la de la recuperación.

En esta misma línea, Gonzalo Escribano y Lara Lázaro, del Real Instituto Elcano, han abordado en su artículo ‘Energía, Clima y Coronavirus’ el impacto que cabe esperar de la crisis del COVID-19 en la geopolítica del gas y del petróleo, en el Green Deal europeo o en la gobernanza climática, concluyendo que, si bien la prioridad de gobiernos y ciudadanos ha de ser hoy la lucha contra el virus, “el radical cambio del contexto a corto plazo no debe distraer a la política energética y climática de sus retos a medio y largo plazo”. Por su parte, Marco Duso, Principal en BCG, plantea en su artículo ‘The Best COVID-19 Stimulus Plans Will Fight Climate Change, Too’ la conveniencia de vincular los estímulos económicos para luchar contra la pandemia con la mitigación de los riesgos potenciales del cambio climático.

McKinsey ha brindado por su parte una visión complementaria en el documento ‘Addressing Climate Change in a post-pandemic world’, que establece una serie de paralelismos entre el coronavirus y la crisis climática. Los dos son, en esencia, riesgos físicos que pueden generar un shock en la oferta que paralice a su vez la actividad productiva y desestabilice a la economía y la población, y es necesario entender la relación entre ambos no solo para salir de la crisis en la que nos encontramos, sino para que la solución nos depare también un mundo más sostenible.

Por último, Juan Carlos Delrieu, responsable de sostenibilidad de la AEB y coordinador de Finresp, sostiene en el artículo “El impacto de la pandemia y la crisis climática: un test para las finanzas sostenibles”, de próxima publicación en la Revista Actuarios, que la forma en que gestionemos la crisis del coronavirus impartirá cómo abordaremos las crisis futuras ligadas al cambio climático. En este sentido, si somos capaces de vencer al COVID-19 de forma coordinada y con convicción, avanzaremos sin duda hacia una ‘globalización 2.0’ o incluso hacia una ‘globalización sostenible’, más humana y social. Un desenlace al que ya apunta, por ejemplo, la sólida evolución en las últimas semanas de los índices ligados a criterios ESG.