Mayo 2023
La primavera y el verano son sinónimo de días más largos y cálidos. Ambas épocas brindan la oportunidad de salir y disfrutar del sol después de los inviernos fríos. Sin embargo, el calentamiento global está acelerando el cambio de estaciones, causando un impacto negativo en la naturaleza, ecosistemas, en nuestra salud y en la economía y es que este aumento e intensidad de las catástrofes naturales está generando una carga financiera cada vez mayor para los gobiernos y empresas, haciéndose evidente que estas adversidades son costosas y perjudiciales para la riqueza de un país. En el transcurso de 2021, los desastres naturales pesaron negativamente en la economía española representando el 0,1% del PIB, según los datos del primer Barómetro Anual de Catástrofes 2021 de la Fundación Aon España.
Sin embargo, parece evidente que cada año el número de eventos climáticos adversos crecerá por efecto del cambio climático. La llegada temprana de altas temperaturas es una muestra adicional de lo que puede ser la norma en un futuro no muy lejano. Esta realidad requiere de una acción valiente para adaptarse a un futuro en el que nuestro modo de vida se verá, sin duda, afectado, así se destaca en un artículo de opinión publicado recientemente en El País, en el que se enfatiza que la falta de agua en Europa ya está teniendo impactos severos. Por ello, el articulo resalta que sería necesario replantear la actividad de algunos sectores productivos, maximizar la eficiencia en la industria y garantizar el apoyo y acompañamiento al sector para una transición justa, entre otros.
Lo que está sucediendo actualmente en España no es un hecho aislado: en todo el planeta las altas temperaturas han batido récords en los primeros meses de este año. El informe mensual de La Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés) refleja que, a mundial, abril de 2023 fue el cuarto abril más cálido desde que NOAA comenzó con los registros. La alerta del cambio climático no es una novedad, desde hace varios años, la comunidad científica ha advertido en numerosas ocasiones sobre los efectos negativos del mismo. Las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por la actividad humana, como la quema de combustibles fósiles, la deforestación y las prácticas agropecuarias intensivas, están entre las principales causas del aumento de la temperatura y los fenómenos climáticos extremos como sequías e inundaciones.
En este sentido, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) ha emitido una nueva advertencia en su último informe: “es la última oportunidad para salvar el planeta”. Por consiguiente, reducir la contaminación por carbono y el uso de combustibles fósiles en casi dos tercios para 2035 daría a la humanidad una oportunidad decente de frenar esta situación y evolucionar, a la vez, hacia un mundo más verde.
Es inequívoco, argumentan los científicos, que la actividad humana ha calentado el planeta. Y, por lo tanto, es la actividad humana la que puede frenar el aumento de las temperaturas. Todos los esfuerzos son necesarios para combatirlo. A mayor escala, el sistema financiero cuenta con la capacidad de actuar como un facilitador, más allá de la financiación tradicional de apoyo a proyectos, permitiendo que surjan novedosas formas de cooperación para abordar adecuadamente el problema climático. Así se destaca en un análisis en profundidad que ha realizado el medio Carbon Brief y en el que se desgrana este informe de IPCC.
Entre estas modalidades surgidas gracias al trabajo conjunto, en el sector asegurador se encuentra el Consorcio de Compensación de Seguros de España (CCS), un organismo público y único en Europa que cubre situaciones como catástrofes naturales, terrorismo y asuntos militares. Este organismo se financia a través de fondos comunes obtenidos de las pólizas privadas de los asegurados y se encarga de indemnizar a los afectados de manera organizada y eficiente en casos de grandes desastres, quedando para las entidades aseguradoras la cobertura en casos no tan extremos. La intervención del seguro a través del Consorcio ha sido clave en situaciones como las lluvias torrenciales o ‘gota fría’ que han afectado a regiones de España como Murcia y a las provincias de Alicante, Valencia, Almería y Málaga, entre otros.
En el ámbito de la deuda, los bonos de catástrofe se han posicionado como una atractiva alternativa de inversión. Éstos son instrumentos emitidos por entidades supranacionales, gobiernos y aseguradoras que brindan un pago periódico a los inversores, siempre y cuando no ocurran eventos naturales específicos previamente acordados. Entonces, no es de extrañar que las emisiones de deuda ligadas a desastres naturales se abran paso como una vía de financiación ante eventuales desastres. Por lo tanto, el interés por este tipo de productos financieros seguirá siendo atractivo para muchos inversores. Al menos, así lo considera Tanja Wrosch, gestora de fondos de Credit Suisse, quien asegura que “los bonos de catástrofes suponen una alternativa para introducir los riesgos climáticos en los mercados de capital. En nuestra opinión, son los que más saldrán ganando con la dinámica actual.”
Por otro lado, en el ámbito de la inversión, las soluciones de financiación combinada se presentan como una opción para alinear inversiones del sector público y privado en la lucha contra el cambio climático. A pesar de los beneficios obvios de las estrategias de financiación combinada, el mercado para estos acuerdos ha crecido globalmente a un ritmo bajo, debido a las barreras existentes que dificultan la adopción de este tipo de financiación. Así, un intermediario financiero especializado en sostenibilidad podría adoptar la financiación combinada para movilizar capital para este fin, según destaca World Economic Forum. Esta organización defiende que el intermediario puede desarrollar sus conocimientos especializados y crear una sólida red en el sector para identificar oportunidades de inversión adecuadas para este tipo de operaciones, reuniendo a varios promotores, empresas y proyectos que buscan capital de deuda y capital social.
Es alentador conocer que empresas e instituciones públicas están invirtiendo en iniciativas que promueven la sostenibilidad y promueven la reducción de riesgos ante catástrofes naturales. Sin embargo, es crucial comprender que el tiempo apremia y que la acción debe de ser contundente y rápida si queremos detener el avance del calentamiento global. Solo trabajando en colectivo y asumiendo la responsabilidad a nivel general, podemos hacer que el último aviso del IPCC se quede en eso, una mera advertencia.
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