Enero de 2023

“El mundo sigue estando a las puertas de una catástrofe climática”, afirmó Antonio Guterres, secretario general de la ONU, durante la COP26 celebrada en Glasgow en 2021. Fue en esta cumbre donde casi 200 países alcanzaron un acuerdo para intensificar sus esfuerzos para poner freno al cambio climático, destacando la necesidad de que las naciones involucradas elevasen sus esfuerzos para ralentizar el incremento de las temperaturas del planeta. En este marco surgió el denominado Breakthrough Agenda, que busca acelerar la descarbonización de grandes sectores cuyo camino no se presenta nada fácil, pero de cuya evolución depende en gran medida el objetivo climático que hemos asumido: el sector energético, transporte por carretera, cemento, acero, hidrógeno y agricultura.

Con el objetivo de lograr un cambio en la descarbonización de la industria, hay muchas organizaciones que han pasado a la acción.

En iniciativas lideradas y enfocadas a empresas, destaca la organización sin ánimo de lucro de carácter internacional, Climate Group. Desde sus comienzos, han conseguido ampliar su red hasta incluir a más de 500 empresas multinacionales en 175 mercados de todo el mundo. Adicionalmente, puso en marcha la Coalición Under2 (2015) que en la actualidad está formada por más de 260 gobiernos de todo el mundo, que representan a 1.750 millones de personas y al 50% de la economía mundial. Se convierte así en una red regional líder en materia de acción climática. Más recientemente, en el marco de la COP26, el WEF y el enviado espacial de los Estados Unidos para el Clima, John Kerry, propusieron la creación de la First Movers Coalition como una iniciativa global centrada en la descarbonización de la industria pesada y el transporte de larga distancia. Las empresas adheridas a esta coalición trabajan de manera conjunta para acelerar la comercialización de tecnologías bajas en carbono a través de compromisos de compras en estos sectores. Ya se han unido 65 empresas y se han comprometido $ 12 mil millones en compromisos de compra de tecnologías verdes para descarbonizar la industria del cemento y el concreto y otros sectores difíciles de reducir. El desafío de esta colación es usar la tecnología para combatir la crisis climática.

En cuanto a iniciativas lideradas por el sector financiero, destaca Mission Possible Partnership (MPP) que trabaja para desencadenar una transformación neta cero de siete sectores industriales; una estrategia que ha sido respaldada por más de 200 líderes de la industria financiera. MPP actúa para alcanzar tres objetivos claros: definir una trayectoria agresiva con cero emisiones netas para cada sector, definir la estrategia para alcanzarla y conseguir que las principales partes interesadas de la cadena de valor se comprometan a actuar en la presente década. Matt Rogers, consejero delegado de MPP, declaró durante la Semana del Clima celebrada en Nueva York en 2022 que «el imperativo es actuar ahora, en esta década: estamos trabajando con la industria, las cadenas de suministro y las finanzas para aportar ideas claras y planes activos por activos que hagan viable la reducción a cero».

En una línea similar, nace Climate Action 100+, una iniciativa impulsada por los inversores para garantizar que las mayores empresas emisoras de gases de efecto invernadero del mundo tomen las medidas necesarias contra el cambio climático. Su relevancia es tal que, BlackRock, la gestora de fondos más grande del mundo se une a la iniciativa.  Los inversores que participan en Climate Action 100+ reconocen que la descarbonización de la economía mundial es compleja y requiere de estrategias y enfoques únicos. Sin embargo, los firmantes han acordado que debe haber una amplia agenda de objetivos comunes en todos los sectores, regiones y tipos de empresas. Para lograr que las compañías se comprometan, Climate Action ha establecido una agenda común en la que determinados inversores son responsables de su seguimiento, mediante diferentes enfoques que dependen del perfil de la compañía, el sector en el que opere, el acercamiento de esta al cambio climático, el contexto de la región, entre otros.

En definitiva, cuatro organizaciones que merecen la pena seguir de cerca para ver los avances que se están promoviendo con el objetivo de descarbonizar los sectores que más contaminan. Esto nos obliga a hacernos la pregunta: ¿en qué punto se encuentra cada uno de estos sectores?

En referencia al sector energético, la Agencia Internacional de la Energía augura que las emisiones de CO2 están creciendo a un ritmo menos acelerado este año de lo que algunos temían, y que las medidas políticas de los gobiernos están impulsando verdaderos cambios estructurales en la economía energética. Esos cambios se acelerarían gracias a los grandes planes de política energética limpia que han avanzado en todo el mundo en los últimos meses.

Por su parte, el World Economic Forum (WEF), consciente de cómo las transiciones tienen un periodo de tiempo incierto, apunta a que, durante ese periodo, pueden producirse acontecimientos imprevistos que afecten al calendario, la trayectoria y la secuencia de la misma. En el caso de la transición energética, la guerra de Ucrania representa un claro ejemplo de un acontecimiento de este tipo que debe incorporarse a la replanificación de la transición energética. Así, el WEF expone varias vías que pueden acelerar la descarbonización de la energía como serían los acuerdos de carácter público-privado o apoyar las industrias en el proceso de transición.

Otro sector con un complicado proceso de descarbonización es el transporte. En este caso, iría muy enfocada a la electrificación de los coches y la búsqueda de combustibles alternativos para el transporte pesado como barcos, aviones o camiones que no son susceptibles de electrificarse.

Respecto a los vehículos no pesados, son varias las iniciativas que impulsan la producción de los coches enchufables, cuyas ventas crecieron a niveles récord, registrando unas compras de más de un millón de unidades durante el mes de noviembre a nivel global, acorde a las cifras presentadas por EV- Volumes; un 46% más que el mismo periodo del año pasado. Sin embargo, el Zero-Emission Vehicles Factbook concluye que los gobiernos nacionales, regionales y locales deben seguir aumentando su ambición y aplicando políticas estables y a largo plazo que induzcan el crecimiento del transporte de emisiones cero y gestionen la retirada progresiva de los vehículos contaminantes.

En relación a la búsqueda de otros combustibles, el Parlamento Europeo respalda objetivos ambiciosos hacia el despliegue del uso de combustible de renovables, con el fin de que se incentive la eliminación gradual de los combustibles fósiles y el aumento de los menos contaminantes como alternativa, incluidos aquellos basados en CO2. Así, merece la pena resaltar diversas iniciativas de investigación que tratan de desarrollar proyectos en este sentido, como los investigadores europeos que afirman haber producido con éxito combustible sintético para aviones utilizando dióxido de carbono, energía solar y agua en el marco del proyecto SUNlight-to-Liquid de la Unión Europea. Sin duda, un hito en la lucha por producir combustibles sostenibles para la aviación, según recoge la publicación sobre energía sostenible Joule.

Otro de los sectores más complejos para reducir sus emisiones es el del acero. El medio  Energy Monitor recoge que, para alcanzar los objetivos del Acuerdo de París, la industria del acero debe recortar sus emisiones en un 93% para 2050. En este sentido, varias empresas han empezado a diseñar tecnologías para acelerar este proceso: dos tecnologías de electrólisis (acuosa o de óxido fundido), la tecnología de captura de almacenamiento de carbono (CCS, por sus siglas en inglés) o el proceso denominado HDRI, la tecnología de descarbonización del acero que probablemente haya recibido más inversión hasta ahora.

Con el objetivo de avanzar en este complejo proceso de descarbonización, el sector ha desarrollado cinco principios que apuestan por la evaluación estandarizada de la alineación climática, informes transparentes, promulgación, compromiso y liderazgo. Iniciativas que están respaldadas por entidades financieras. Así, bancos de todo el mundo, que representan 23.000 millones de dólares en préstamos siderúrgicos se han adherido al mismo. En este aspecto, seis bancos líderes (Citi, Crédit Agricole CIB, ING, Société Générale, Standard Chartered y UniCredit) medirán y divulgarán las emisiones de sus préstamos relacionados con el acero a través de estos principios, lo que suponen el primer acuerdo de financiación alineado con el clima para la industria siderúrgica.

Por su parte, el cemento, también destaca por ser un sector difícil de descarbonizar y contribuye al 6% del total de las emisiones globales, según el World Economic Forum. El WEF revela que la reducción de la relación clínker-cemento será fundamental para reducir las emisiones. Hace apenas un año, conocíamos como Cemex y Synhelion avanzaron en la producción de cemento con energía solar. Otras medidas de reducción de emisiones incluirían la recuperación del calor residual, el uso de biomasa y combustibles alternativos como el hidrógeno verde o derivados en el horno.

Para concluir, la agricultura es otro sector productivo donde el proceso de descarbonización se presume complejo. En este sentido, European Environment Agency (EEA), apunta que, a pesar de los esfuerzos que se han realizado en este ámbito, la reducción de las emisiones en el sector agrario ha sido un proceso más lento y se ha estancado desde 2005 y se prevé una disminución de tan sólo el 1,5% entre 2020 y 2040. Pese a lo complejo de la situación, este sector puede ser clave para aumentar la capacidad de absorción de emisiones en la atmósfera, gracias a las innovaciones implementadas en este ámbito como las plataformas tecnológicas de empresas, que ayudan a los agricultores a recopilar datos sobre la calidad del suelo de los campos y el impacto del cambio a métodos de cultivo menos invasivos. De este modo, las grandes corporaciones reducen el impacto ambiental de sus cadenas de suministro y ayudan a sus clientes a alcanzar también sus objetivos de reducción de carbono. En esta misma línea, McKinsey Sustainability apunta a que las tecnologías de nueva generación, la innovación y las oportunidades de inversión podrían centrarse en las siguientes áreas: mejora de la producción de alimentos y ganado; descarbonización de la producción de alimentos y secuestro de carbono; y producción de proteínas de origen vegetal y con menos emisiones para productos alimentarios alternativos.

Por último, como posible solución a todos los retos anteriormente planteados, se presenta el importante papel que podrá desempeñar el hidrógeno verde como nuevo vector energético, tal y como apunta el WEF en este informe. En este punto, la financiación de proyectos que fomenten e impulsen la demanda de este vector es clave. Así, desde distintas instituciones públicas del Gobierno de España se están destinando grandes inversiones para ello con el objetivo de que España se posicione como líder en el hidrógeno verde en Europa.

Este análisis refleja que estamos ante un gran desafío. Por ello, las empresas más contaminantes, entidades financieras y gobiernos ya se han puesto a trabajar en posibles soluciones, por complejas que nos resulten en este momento. En este contexto, más allá del cumplimiento regulatorio y de canalizar la financiación hacia una economía descarbonizada, es esencial promover la innovación tecnológica desde los organismos y asociaciones se convierte en una prioridad para la consecuencia de unos objetivos que, hoy en día, parecen inalcanzables.