Fruto del contexto geopolítico actual, la complicada situación energética que atraviesa Europa, y su contribución a la sostenibilidad, el debate en torno a las energías renovables está más activo que nunca. Hace tan solo unas semanas, la Comisión Europea lanzó el Programa REPowerEU con el que evidencia la apremiante necesidad de acelerar la transición hacia las fuentes de energía consideradas verdes y con ello, aumentar la independencia y seguridad energética de Europa.
La cuota que las energías renovables ocupan en los mix energéticos de muchos países ha escalado posiciones en los últimos años. En Estados Unidos y según datos recogidos por el medio Fast Company en su web, las centrales de energía renovable -con una fuerte presencia de la eólica- generaron de enero a marzo del presente año 242.956 gigavatios hora (GWh), lo que supuso el 23,5% de la generación de electricidad en el país. Por su parte, y según recoge Bloomberg, China triplicó su inversión en proyectos de energía solar hasta alcanzar los 4.300 millones de dólares entre enero y abril, lo que supone un 204% más que en el mismo periodo del año anterior.
En el caso de nuestro país, la tendencia también es clara y muestra de ello es el peso creciente que la energía renovable ha alcanzado en el mencionado mix. Tal y como recoge El País, el pasado 2 de abril España fue capaz de generar cerca del 100% de la demanda interna de electricidad con energía renovable. No en vano, nuestro país ya es líder europeo en producción bruta de energía eléctrica a partir de solar térmica; ocupa la segunda posición continental en producción eólica y avanza en tercera posición en solar fotovoltaica, tras Italia y Alemania.
Estos hitos permiten concebir las energías renovables como verdaderos elementos habilitadores de la necesaria transformación de nuestro sistema energético. En esta línea, la vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, considera que en España existen las capacidades para poder lograr dicha transformación, como recoge El Periódico de la Energía. También existen nuevos e importantes proyectos centrados en el despliegue de otras energías renovables como es el hidrógeno verde, cuya hoja de ruta establece el objetivo de alcanzar 4 GW de capacidad de producción en 2030, un 10% del total de la UE, situando al país en una posición privilegiada con potencial de convertirse en hub internacional, tal como recoge El Independiente.
Con este contexto favorable, no sorprende que cada vez más compañías se fijen en España para realizar sus inversiones en energías renovables. En palabras de Carlos Bendito, CEO de Aurea Capital recogidas por El Español, cada euro invertido en España en producción solar aporta un 35% más de margen de rentabilidad que en cualquier otro país de la UE y, por tanto, podría convertirse en el centro neurálgico de la producción solar fotovoltaica de Europa. Además, la gestora prevé que unos 0,4 billones de euros se invertirían en España en proyectos renovables en el periodo 2019-2050, lo que supone el 15% del total del conjunto de la UE.
Sin duda alguna estamos en un punto de partida favorable, pero sin obviar la necesidad de que algunos aspectos han de ser resueltos. Así, un artículo publicado en Project Syndicate destaca el reto que la Unión Europea tiene para alcanzar en el corto plazo un mayor grado de independencia energética sustentada en las energías limpias, en la medida en que una mayor velocidad de la transición podría perjudicar el crecimiento económico.
Otro punto a solventar es el grado de preparación de la red actual para dar respuesta a la transición energética. En este sentido, Wall Street Journal realizaba una reflexión que pone el foco en la capacidad de transmisión de las redes, la de almacenamiento de las baterías y la de distribución a larga distancia, y cómo estas pueden y de hecho condicionan el despliegue a mayor escala de las energías renovables.
En un momento como el actual, en que las cadenas de suministro se ven sometidas a una gran presión -como pone de manifiesto Scientific American– entran en consideración otros factores adicionales que condicionan, por ejemplo, la capacidad para contar con los materiales, insumos y bienes de equipo necesarios para la materialización de proyectos de energía renovable. Y desde una perspectiva medioambiental, se ha abierto un debate acerca del impacto de las instalaciones de generación de energía renovable en la fauna y flora –la biodiversidad- de los ecosistemas en los que se establecen, como ya han denunciado algunos ecologistas en este reportaje de National Geographic.
Comprobado el crecimiento imparable de las energías renovables –y su aún más imparable proyección de futuro-, resulta fundamental continuar avanzando en la resolución de los retos tecnológicos que son clave para que sustenten los sistemas energéticos del futuro.
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