El seguro trabaja por la sostenibilidad medioambiental y social desde el primer momento. La razón de ser de la actividad aseguradora es la reparación de las consecuencias de los percances acaecidos. Esta vocación está invariablemente asociada, pues, con la adecuada prevención de riesgos medioambientales y la lucha contra la desigualdad.
El objetivo del seguro en el día a día es, en esencia, conservar el patrimonio de personas sometidas a sucesos negativos inesperados. Así pues, una sociedad adecuadamente asegurada es una sociedad resiliente frente a la pobreza, más capaz de crecer y de mantener los resultados de ese proceso de crecimiento. Además, el seguro no sólo es útil frente al percance, sino que también colabora con sus clientes con el fin de prevenir dicho percance. Esta característica de «proveedor de prevención» resulta de gran importancia en diversos puntos relacionados con la adecuada gestión medioambiental. Por ejemplo, en sectores empresariales como la construcción y en la industria, que se benefician de los elevados conocimientos en la materia acopiados por el seguro a través de su experiencia. Aprendiendo de cada percance pasado, ayuda a evitarlo en el presente.
El seguro español, muy particularmente, ha desarrollado en las últimas décadas entornos de colaboración público-privada que se demuestran cada vez más eficientes en materias de sostenibilidad. El sistema de gestión de catástrofes naturales garantiza la reparación económica de los daños producidos por éstas, permitiendo con ello que la lucha contra el cambio climático no se vea debilitada. Asimismo, el Sistema Nacional de Seguros Agrarios protege las rentas en las áreas rurales, trabaja en favor del desarrollo de la llamada “España Vaciada”; y mejora las condiciones para el desarrollo de las agricultura, ganadería y pesquería sostenibles.
Asimismo, en el ámbito social de la sostenibilidad, el trabajo del sector asegurador es más que evidente a través de la instrumentación de un colectivo laboral que disfruta de puestos de trabajo de la máxima calidad. Empleos estables, planificados, igualitarios y que están entre los mejor pagados de la economía española.
Que el seguro tenga la sostenibilidad en su ADN no quiere decir que no tenga retos por delante. Retos como convertirse en un actor fundamental de las inversiones verdes, a través de la integración de los riesgos del cambio climático en su propia gestión de riesgos e inversiones. Retos, también, cómo asumir el desarrollo de productos ambientales, sociales y de gobernanza, que vengan a colmar la demanda social de ofertas compatibles con los objetivos relacionados con la gestión sostenible y la transición ecológica.
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